Mi querido Ro, la semana pasada tuve el almuerzo anual del colegio y asistí contenta, con ganas de ver a mis compañeras y pasar un momento ameno. Recuerdo que antes de salir le comenté a Va "lo bueno es que ya todas saben lo de Rolando así es que no tendré que volver a contarlo". Fui en grupo con dos amigas que viven cerca y al llegar ya estaba empezando la reunión. Asistimos como 150 personas.
Hubo mucha conversación, risas, recuerdos, anécdotas, rica comida, vino, música bailable y todo iba sobre ruedas hasta que poco antes de retirarme me encontré con tu prima Mari, a la cual no veo hace muchos años. Ella es medio despistada y no suele reconocerme. Cual no sería mi sorpresa cuando nuestras miradas se cruzaron, y me miró fijamente como tratando de recordar quien era, hasta que la mirada le brilló, me reconoció y al saludarme me preguntó: "Cómo así estás acá? Y cómo está Rolando? Has venido con él?"
Me quedé helada ante su pregunta, no atinaba a responder, la miraba muda, perpleja, con los ojos muy abiertos y sorprendida de que ella no supiera. Al principio me sentí incapaz de hablar, recuerdo que la miré con los ojos muy abiertos y solo podía mover mi cabeza negando. De pronto comprendió, y me preguntó que pasó, y le conté, y sentí nuevamente el dolor de tu ausencia, reviví los días de duelo, de asimilar tu partida. Fue como si su pregunta me volviese por unos minutos al instante cero. Ya mas tranquila le conté, se apenó, me abrazó, me pidió tomarnos una foto, y luego se marchó. En mi cabeza se acumularon recuerdos pasados, reuniones familiares, tú lleno de vida, riendo, conversando. Estoy segura que ambas nos fuimos con una vendita en el corazón.
Ya volvió nuevamente la calma, las aguas siguen su curso y acepto que no estás mas en este plano, aunque en mi corazón sigues presente, tu mirada me acompaña, tu mano cálida me consuela, tu amor inmenso me cuida. Solías decirme que te enamoraste de mi sonrisa, hoy te mando una gran sonrisa hasta el cielo junto con mi amor.