14 agosto 2025

Una servilleta blanca...


Querido amor, escuchaba hoy música y al oír a Piero cantando: "y una mañana, mientras el café mezclaba, en una servilleta blanca yo te dibujaba, yo te dibujaba", no pude mas que pensar en ti. Tenías esa costumbre, la de usar las servilletas para explicar algo, hacer algún gráfico, anotar alguna fórmula, dibujar,  y por supuesto, tomar nota de lo que te pareciese importante. Incluso anotabas lluvias de ideas ahí cuando querías resolver algo. No había mejor lienzo para ti.

Cargabas siempre en el bolsillo de tu camisa tu portaminas, tu pluma, tus bolígrafos, y los ponías ahí con mucho esmero, y cada cambio de camisa los mudabas y los perfumabas. Te recuerdo de siempre con esa afición. No había mejor regalo para ti que un buen  bolígrafo. Como olvidar también la cantidad de veces que tuve que hacer magia para sacar las manchas de tinta que de vez en cuando se derramaban en tus camisas. Aprendí a echarles, alcohol para disolverla antes de lavar. Tú confiabas en que siempre lo lograría.

En tus libros de ciencias, encontré servilletas incluso con problemas desarrollados. Luego pasaban a ser marcadores de libros. Te gustaba mucho estudiar y siempre querías saber más. 

Como olvidar cuando se te ocurrió ya de adulto estudiar matemática pura.  Me dijiste que ibas a postular a la universidad nuevamente, pero que harías un examen solo con el puntaje suficiente para ingresar,  manteniendo perfil bajo. Cual no sería nuestra sorpresa cuando ingresaste en primer puesto y saliste publicado en el periódico. Incluso un cliente tuyo te llamó a felicitarte :)) y tu queriendo pasar desapercibido.   Me alegra que los últimos años te dieras la oportunidad de seguir aprendiendo cosas nuevas.

Conservo con mucho cariño tus bolígrafos favoritos. Te recuerdo siempre mi estudiante eterno. Muchos besos de mi para ti.

 



06 agosto 2025

Cuestión de fe...


 Querido amor, el último domingo estaba en la parroquia, en la misa de 11, sentada en "nuestra" banca y de pronto se me vinieron imágenes de cuantas vivencias hemos tenido ahí. Lo primero que recordé (y me entristeció) fue el día de tu sepelio. Tu féretro ahí, yo junto a ti, el coro cantando a mi pedido tu canción favorita, los chicos conmovidos, lágrimas, momentos tristes. 

Pero también acudieron a mi memoria momentos felices.  Llegamos por la primera comunión de los chicos y al verlos a ellos queriendo participar del grupo de música nos fuimos quedando. Vinieron luego las confirmaciones, ir a escucharlos tocar, acompañarlos en las vigilias. Celebramos nuestras bodas de plata ahí y estuviste radiante de felicidad. Como olvidar que habías mandado hacer en secreto una coronita que me pusiste al renovar los votos, nombrándome tu reina. 

En esa misma parroquia asistimos a la despedida de nuestro hijo cuando viajó a estudiar a Alemania, y ahí se casó nuestra hija en un matrimonio hecho a la medida de ellos, los novios. Fue una boda tan sencilla y simbólica que todos estuvimos emocionados. También bautizamos ahí a nuestro Ram ya en la época de pandemia.

Hubo un tiempo en el que íbamos juntos cada domingo, pero los últimos años te fuiste aislando, y ya no te provocaba mucho salir o asistir a lugares públicos y me pedías que fuera yo, y tú te creaste tu propia forma de alabar a tu buen Dios, al cual amabas. Y le cantabas, le orabas, le encendías velas y leías su palabra en casa. Me conmovía especialmente oír tus cantos. Aún resuena en mis oídos tu voz profunda a veces en castellano y otras en hebreo, idioma que aprendiste especialmente para alabarlo.

Esa fe te acompañó hasta el final, y sé que partiste con la convicción de gozar del banquete eterno. Me acompañarás desde ahí? Yo te sigo sintiendo aquí, dentro de mi corazón. Un beso enorme hasta donde estés.