Querido amor, hoy recordé la época en que me recitabas el verso aquel que empieza "la mujer fuerte quien la hallará, vale mucho mas que las perlas y en ella confía el corazón de su marido..." Lo hacías con convicción, sintiendo cada palabra y aunque a veces me cansaba que lo repitas, creo que inconscientemente me fui convenciendo de mi fuerza.
También recordé que los últimos tiempos fuiste delegando cada vez mas cosas en mi, ya no sentías la misma fuerza de antes y las responsabilidades te agobiaban. En algunos aspectos habías vuelto a ser como un niño y el hacerme cargo me sirvió de preparación para poder continuar yo sola y no dudar al tomar algunas decisiones.
Ahora que voy trazando mi camino, siento que pese a la tristeza de tu ausencia, avanzo con seguridad, con fortaleza, con decisión, cavilando con calma y sin precipitarme. Muchas veces me veo haciendo algunas cosas a tu manera, otras por el contrario me veo haciéndolo a mi modo e imagino la cara que pondrías o lo que me dirías y te sonrío con picardía. Después de tanto tiempo juntos ya eramos predecibles.
Quien iba a decir que aquel par de jóvenes que se conocieron estudiando alemán para poder migrar, terminarían quedándose acá, juntos y construyendo una vida. Te siento cerca y me gusta recordarte. Siempre en mi corazón mi querido Roskolgo, te amo mucho.