Querido amor, el mes de setiembre me remonta al año 94 y te veo ilusionado montando tu oficina. Fue el momento en que decidiste renunciar a la firma para la que trabajabas y emprender un negocio propio. Con cuanta ilusión buscamos una oficina para alquilar. Encontramos una que nos gustó desde la primera visita y nos embarcamos a la tarea de amoblarla, acondicionarla y echar el negocio a andar. Compramos juntos cada mueble, cada silla, cada detalle. Inauguraste el 9 de setiembre hace 31 años.
Difícil olvidar ese día. Pasé por la parroquia a recoger al padre Juan a quien le habíamos pedido que bendijera la oficina y lo encontré a punto de celebrar un matrimonio. Al verme recordó el compromiso que tenía con nosotros y me dijo "no te preocupes, los caso y nos vamos, siéntate". A esa hora tú ya estabas recibiendo a los invitados a la inauguración. Tuviste que hacer magia para mantenerlos entretenidos mientras llegaba con el padre. Ese mismo padre nos había casado 11 años antes, por ello lo habíamos elegido a él para este momento tan importante. Todo salió bien, y así emprendimos un nuevo tramo de nuestra vida.
Conocimos el negocio en el camino, tuvimos altibajos, trastabilladas, dudas, éxitos y fracasos, pero seguimos adelante y nos deparó también experiencia, oportunidades y aprendizajes. Aprendí algo del negocio y te apoye cuanto pude. Como olvidar los fines de semana que íbamos a hacer limpieza profunda acompañados de los chicos, a quienes les hacía ilusión visitar la oficina.
Miro hacia atrás y me sorprende la cantidad de cosas que hicimos juntos. Aunque no siempre estábamos de acuerdo en todo, aprendimos a conciliar y hallar el punto de equilibrio. Me gusta el camino que recorrimos juntos. Te tengo siempre presente y me gusta dejarme sorprender por los recuerdos. Ellos escriben por mi en este diario de cartas para ti. Te amo mucho siempre. Besos de mi para ti.

Cecilia, tu septiembre se lee como un suspiro que no se ha ido, como esas memorias que no envejecen, porque fueron sembradas con manos que amaban.
ResponderEliminarQué belleza la de ese inicio compartido, donde cada mueble tenía alma, cada gesto, propósito, y cada rincón, el eco de una promesa.
Gracias por envolvernos en ese tiempo que aún respira, por mostrarnos que el amor también se escribe con trabajo, con tropiezos, con risas de domingo y con la ternura de mirar atrás sin arrepentirse.
Enhorabuena por ese legado tejido entre dos, que sigue brillando en tus palabras como una llama serena.
Un abrazo lleno de admiración y cariño.
Hola Enrique, es curioso como el día a día me va trayendo recuerdos diversos que a veces están pero pasan desapercibidos, pero de pronto aparecen y brillan. Me resulta muy sanados escribirlos, es como ir curando el dolor de la ausencia paso a paso.
EliminarUn fuerte abrazo
Emprender negocio juntos es una ilusión, y si al final van bien, mejor que mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me hice seguidora de tu blog.
Hola Rafaela, gracias por tu visita, pasaré a conocer tu blog.
EliminarSaludos
Q bonita la magia de un sueño compartido; no solo un negocio, sino tambien un universo compartido; son recuerdos inolvidables.
ResponderEliminarBesos
Hola Hada de las Rosas, tú lo has dicho, quedan recuerdos inolvidables, los años van dejando huella.
EliminarBesos